Brasil en la Bioeconomía

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  • 15 de Junho de 2015

mauricio lopes presidente embrapaLa sostenibilidad entró de forma definitiva en la agenda de la sociedad. Un ejemplo significativo está en la importancia que la “sostenibilidad corporativa” ganó en los últimos años. De concepto vago, se tornó en un imperativo para el éxito de las empresas, que precisan, cada vez más, entregar valor y no apenas mercaderías para la sociedad. Sostenibilidad, a pesar de intangible, sin existencia física, es hoy un valor esencial, que se convierte en activo y una ventaja competitiva en el mundo de los negocios.

“Sostenibilidad corporativa” requiere negocios amparados en buenas prácticas de gobernancia y beneficios sociales y ambientales, influenciando ganancias económicas, la competitividad y el éxito de las organizaciones. El numero de empresas que emiten informes de sostenibilidad creció de menos de 30 en el início de los años 1990 para más de 7.000 en el 2014. Al operar así, las empresas elevan su capacidad de competir en mercados cada vez más exigentes y desafiadores. Y, para arrancar, amplían su durabilidad, en virtud del fortalecimiento de la marca, de la reputación y de la credibilidad.

El interés por la sostenibilidad se fortalece en la medida en que la sociedad se da cuenta de los límites del modelo de desarrollo dependiente de recursos no renovables, en el contexto de el cambio gradual de las aspiraciones de la sociedad, de la búsqueda de la seguridad energética y de nuevas posibilidades de producción. Como la población crece en número y en capacidad de consumo, también crece el deseo de que la economía utilize más recursos de base biológica, reciclbles y renovables, más sostenibles – y esa es la base da bioeconomía.

La base técnica sofisticada de la biotecnología moderna ya permite la creación de vasta gama de nuevos productos y procesos, como la energía renovable, funcional y alimentos biofortificados, biopolímeros, los nuevos materiales, medicamentos y cosméticos. Eso hace que Brasil tenga una oportunidad para participar de manera significativa de ese desafio, garantizando espacio competitivo para innovadores productos y procesos de base biológica, en segmentos vitales como la agricultura, la salud, y las indústrias química, de materiales y de energía.

La biodiversidad es materia-prima esencial para el futuro de la bioindustria y Brasil tiene la mayor diversidad biológica en el planeta, con muchos activos de grande interés para el comercio y la economía. Por medio de la bioeconomía surgen posibilidades concretas para la utilización sostenible de esa biodiversidad, lo que trae desafios en diversos campos – biológico, económico, político y cultural – todos necesarios para compreender y anticipar escenarios plausibles para el desarrollo de esa nueva vertiente económica.

Un paso fundamental para la construcción de una estrategia nacional de inserción en la bioeconomia fue cuando pasaron la Ley nº 13.123, del 20 de mayo del 2015, que simplifica y regula el acceso al património genético del país y al conocimiento tradicional asociado, a fines de investigación y desarrollo tecnológico. La Ley también orienta la repartición, con los titulares de esos recursos, de los benefícios derivados de la exploración económica de producto o material reproductivo desarrollado a partir de esos accesos, sean plantas, animales o microrganismos.

Otros pasos precisarán ser dados en seguida, como la definición de una agenda estratégica, que apunte a áreas prioritarias de desarrollo bioindustrial de alto potencial de impacto, en las cuales Brasil presente mayores ventajas competitivas. Tal agenda permitirá al país direccionar inversiones y orientar la ampliación de su base científica y tecnológica, incluyendo la modernización de la infraestructura de investigación e innovación y estímulos a la iniciativa empresarial y la interacción público-privada.

Con la bioeconomía podemos transformar y dinamizar segmentos esenciales como la agricultura, que ya posiciona a Brasil en la vanguardia de la producción de alimentos, fibras y energía en el mundo. Los avances en tecnología de biomasa permiten anticipar un futuro en el que las usinas de azúcar y alcohol brasileñas se transformen en biorefinerias, produciendo una amplia línea de químicos renovables. La Embrapa ya domina tecnología de biofabricas, con producción de fármacos y componentes industriales sofisticados en células vegetales. En breve, sistemas integrados combinando cultivos, ganado y floresta nos permitirá producir carne, granos, fibras y energía con emisiones líquidas de carbono muy bajas o, en algunas situaciones, com captura mayor que la emisión.

Lo que vemos es apenas la punta del iceberg, comparado a lo que se anuncia, por ejemplo, con la biología sintética − resultado de la convergencia del mundo digital con el mundo biológico − que abrirá caminos para una inusitada gama de biofármacos, bioinsumos y bioproductos. Precisamos estar preparados. El futuro será definitivamente Bio.

El presidente de la Embrapa participó del VI Ciclo de Debates sobre Bioética, Diplomacia y Salud Publica, en mayo, en la Fiocruz Brasília.
Vea la charla en este link.

Imagem: www.embrapa.br